Michel de Montaigne (1533-1592) fue un pensador francés, conocido principalmente por su obra «Ensayos». Nacido en el castillo de Montaigne, en Périgord, Francia, donde recibió una educación humanista clásica. En 1563, perdió a su mejor amigo, Étienne de La Boétie, a quien le escribe «Sobre la amistad». En 1570, contrajo matrimonio con Françoise de la Chassaigne, quien falleció de tuberculosis en 1591. De su matrimonio nacieron seis hijos, de los cuales solo una hija sobrevivió a Montaigne.
Padeció una tortuosa enfermedad renal, por ello pidió que le permitieran morir en paz, sin médicos ni curas. En el 1592 pasó sus últimos días en una habitación con vistas a sus jardines.
— Άπώλεια
Sobre los caníbales
Tres de ellos vinieron a Rouen en el momento en que el difunto rey Carlos IX se encontraba allí. Ignoraban cuánto esto podría perjudicar más tarde su tranquilidad y felicidad al conocer las corrupciones de nuestro país, y no pensaron ni por un momento que esta convivencia pudiera llevarlos a la ruina, lo cual ya puedo prever que está bastante avanzado (porque son muy miserables por haberse dejado seducir por el deseo de la novedad y haber abandonado la dulzura de su tierra para venir a ver la nuestra). El rey les habló mucho; se les mostró nuestras costumbres, nuestro lujo, lo que es una hermosa ciudad. Después de eso, alguien les preguntó qué pensaban al respecto, y quiso saber qué habían encontrado más sorprendente. Respondieron tres cosas; he olvidado la tercera y estoy muy disgustado por ello. Pero todavía recuerdo las otras dos: dijeron que encontraban muy extraño que tantos hombres barbudos, altos, fuertes y armados que rodeaban al rey (seguramente hablaban de los suizos de su guardia), acepten obedecer a un niño y que en lugar de eso, no se eligiera a uno de ellos para que los comande.
En segundo lugar (en su idioma, dividen a los hombres en dos «mitades»), dijeron que habían notado que entre nosotros había hombres saciados y provistos de todo tipo de comodidades, mientras que los de la otra «mitad» mendigaban a sus puertas, desgastados por el hambre y la pobreza; por lo tanto, encontraban extraño que estas «mitades» pudieran soportar tal injusticia sin estrangular a los demás o prender fuego a sus casas.
Sur les cannibales
Trois d’entre eux vinrent à Rouen, au moment où feu le roi Charles IX s’y trouvait. Ils ignoraient combien cela pour- rait nuire plus tard à leur tranquillité et à leur bonheur que de connaître les corruptions de chez nous, et ne songèrent pas un instant que de cette fréquentation puisse venir leur ruine, que je devine pourtant déjà bien avancée (car ils sont bien misérables de s’être laissés séduire par le désir de la nouveauté, et d’avoir quitté la douceur de leur ciel pour venir voir le nôtre). Le roi leur parla longtemps; on leur fit voir nos manières, notre faste, ce que c’est qu’une belle ville. Après cela, quelqu’un leur demanda ce qu’ils en pensaient, et voulut savoir ce qu’ils avaient trouvé de plus surprenant. Ils répondirent trois choses; j’ai oublié la troisième et j’en suis bien mécontent. Mais j’ai encore les deux autres en mémoire: ils dirent qu’ils trouvaient d’abord très étrange que tant d’hommes portant la barbe, grands, forts et armés et qui entouraient le roi (ils parlaient certainement des Suisses de sa garde), acceptent d’obéir à un enfant et qu’on ne choisisse pas plutôt l’un d’entre eux pour les commander.
Deuxièmement (dans leur langage, ils divisent les hom- mes en deux « moitiés ») ils dirent qu’ils avaient remarqué qu’il y avait parmi nous des hommes repus et nantis de toutes sortes de commodités, alors que ceux de l’autre « moitié » mendiaient à leurs portes, décharnés par la faim et la pauvreté; ils trouvaient donc étrange que ces «moitiés» -là puissent supporter une telle injustice, sans prendre les autres à la gorge ou mettre le feu à leurs maisons.
Extraído de Montaigne, Michel de. Les Essais. Livre I. Traduction en français moderne du texte de l’édition de 1595 pur Guy Pernon, 2009.