François Rabelais fue un humanista francés, nacido en 1494 en Chinon y fallecido en París en 1553. Aunque poco se sabe de su juventud, se sabe que estudió en el convento benedictino de La Baumette, donde estudió los textos clásicos y se introdujo en el estudio de la teología. Sin embargo, pronto abandonó el convento y se unió a la orden franciscana en La Déserte, donde inició estudios de medicina. Su esposa muere en el 1530, lo que lo llevó a buscar refugio en la escritura. Su obra fue objeto de la censura de la Iglesia Católica, y sus libros fueron prohibidos por su contenido grotesco, burlesco y desafiante a las tradiciones de la época. François Rabelais falleció en la pobreza y en condiciones precarias en el Hospital de Sainte-Marie des Batignolles en París en 1553. Sus últimas palabras fueron «vuelvo a la gran luz» y se dice que murió riendo.
— Άπώλεια
Del vino y sus numerosos méritos
¡Oh, hermanos! ¡A los bebederos! El vino tiene muchas cualidades y cura los males del alma, eso es seguro. El hombre abstemio está dispuesto de tal manera que, como dice Aristóteles (Entelequias, III), sucumbe eternamente a la desesperación y al miedo, ya sea por el calor o por el frío, ya sea rico o pobre. Si llega el calor, se consume de aflicción; si llega el frío, tiembla de angustia. Si es rico, teme a los ladrones; si es pobre, teme a los gendarmes. Por eso el Eclesiastés dice: «El vino alegra la vida» y mi buen maestro Pantagruel dice: «La vida es el vino del hombre».
Es por eso que prescribe a sus discípulos una botella de espumoso contra la desesperación, el humor negro, la contrición, la tristeza, el dolor, la nostalgia, la melancolía, el aburrimiento, el síndrome de la Sorbona, la sequedad del cerebro y las dificultades.
Y les dijo en versos bien elaborados:
Bien, vamos, mi insigne hermano,
bebe este néctar o desaparece.
Antes de que el día huya, y el año tras él,
darás noticias a nuestra cofradía.
Y al sumiller, le dijo:
¡Eh, ahí! Cuida del alma de tu prójimo;
como auténtico testimonio, aquí tienes una.
La botella, dijo el compadre del Cíclope una vez,
se vaciará mucho antes de que yo muera.
Y de nuevo al sumiller:
Cuando en su fuego ardiente la madera retorcida arda,
los hermanos beberán, sin descanso ni detención.
Para los bebedores ilustres, grandemente sedientos,
prepara, buen hombre, barricas, mesa y taburetes.
Du vin et de ses nombreux mérites
Ho! Frérots! Aux abreuvoirs! Que le vin a maintes qualités et guérit les maux de l’âme, voilà qui est certain. L’homme abstème est ainsi disposé que, comme le dit Aristote (Entéléchies, III ), il succombe sempiternellement au désespoir et à la crainte, par canicule ou frimas, qu’il soit argenté ou ruiné. La canicule survient-elle qu’il brûle d’affliction, le frimas, qu’il grelotte de détressse ; est-il argenté qu’il craint les vide-goussets; ruiné, qu’il craint les prévôts. Voilà pourquoi l’Ecclésiaste déclare : “Le vin égaye la vie” et mon bon maître Pantagruel: “La vie est le vin de l’homme.”
Et c’est aussi pourquoi il prescrit à ses disciples une bouteille de mousseux contre le découragement, l’atrabile, la contrition, la tristesse, la peine, la nostalgie, la mélancolie, l’ennui, le sorbonisme, le dessèchement du cerveau et les contrariétés.
Et leur dit en vers bien troussés:
Eh bien, allons, mon frère insigne,
avale ce nectar ou bien t’esbigne.
Avant que jour s’enfuie, et l’an derrière lui,
en donneras nouvelles à notre confrérie.
Et au sommelier, il dit :
Holà, lascar, soigne l’âme de ton prochain ;
pour authentique témoignage, en voici un.
Flacon, dit compère du Cyclope jadis,
se déversera bien avant que sois occis.
Et encore au sommelier :
Lorsqu’en son feu luisant le bois tors ardera,
les frères pinteront, sans relâche ni arrêt.
Pour les buvards illustres, grandement assoiffés,
prépare, bonhomme, barriques, table et tabourets.
Extraído de Rabelais, François. Traité de bon usage de vin. ALLIA; Petite collection edition, March 21, 2009.