René Daumal (1908-1944) fue un poeta francés, nacido en Boulzicourt, Ardennes. Su vida estuvo envuelta por su profundo interés en la filosofía, la espiritualidad y la poesía surrealista.
Daumal inició su carrera literaria en el movimiento surrealista junto a André Breton y otros destacados escritores. Sin embargo, su personalidad independiente y su búsqueda espiritual lo llevaron a distanciarse del grupo. Experimentó con drogas alucinógenas y fue un buscador incansable de la verdad a través de la filosofía oriental y la espiritualidad.
René Daumal falleció a la edad de 36 años en 1944, durante la ocupación nazi de Francia durante la Segunda Guerra Mundial. La causa de su muerte se atribuye a una enfermedad pulmonar.
CLAVÍCULAS DE UN GRAN JUEGO POÉTICO
1
Debe venir alguien y decir: He aquí, así son estas cosas.
Siempre que esto se muestre, no importa quién pueda decir:
He hecho la luz.
Y la luz, así mismo, no pertenece a nadie.
Si hay algo de verdad en estas Clavículas, no me atreveré a firmarlo con mi nombre más que la proposición:
315,789,601 + 2,210,333 = 317,999,934
que, sin embargo, probablemente fui el primero en formular explícitamente.
Cuando la palabra «yo» aparece en el poema anterior, es como enunciando un ser metafísico, o más bien un momento dialéctico, y no mi personalidad.
2
NO es mi nombre
NO NO el nombre
NO NO el NO.
La mente individual alcanza el absoluto de sí misma mediante negaciones sucesivas; soy lo que piensa, no lo que es pensado; el sujeto puro solo se concibe como límite de una negación perpetua.
La idea misma de negación es pensada; no es el «yo». Una negación que se niega a sí misma se afirma al mismo tiempo; la negación no es una simple privación, sino un ACTO positivo.
Esta negación es la «teología negativa» en su aplicación práctica a la ascética individual.
3
Retrocede aún más allá de ti mismo y ríe:
El NO se pronuncia sobre tu risa.
La Risa se pronuncia sobre tu NO.
Reniega de tu Nombre, ríete de tu NO.
Podría repetirte esto todo el día durante años, es muy probable que, incluso y especialmente si dices que comprendes, no experimentarás. Aprovecha ahora mismo la oportunidad, en el mismo instante en que me lees, sí, te estoy hablando a ti que me lees en este momento específico, pregúntate seriamente:
«¿Qué soy yo?», aprenderás a reír o llorar por todo lo que creías ser tú mismo (tu apariencia física, tu cenestesia, tu humor, tu carácter, tu profesión, tu posición social, tus inclinaciones, tus afectos, tus opiniones, tus virtudes, tu talento, tu genio…). La ironía, quiero decir el rechazo, es el arma que rompe todas estas capas. Alterna la duda metódica con el sarcasmo metódico: así podrías evitar la momificación intelectual.
Si mi desesperación pudiera alcanzarte, persistiría aún, jugando con ese sentimiento, en ese esfuerzo desencantado para animarte a unos segundos de reflexión verdadera.
4
Y desde allí contempla:
Un Mar hirviente ante ti;
la palabra SÍ brilla incontable, reflejada en cada burbuja.
Macho el NO, observa a la hembra.
El mismo acto negador que hace al sujeto consciente hace al objeto percibido. Despertar es empezar a pensar algo externo a uno mismo; aquel que se identifica con su cuerpo, o con cualquier cosa, cae en el sueño.
La negación es un acto simple, inmediato y procreador, es decir, macho. Lo que se niega, tomado en general y a priori, puede considerarse como el principio común a todas las producciones del acto negador, como la matriz de todas las apariencias, por lo tanto, como hembra.
El acto de negar, privado, por definición, de toda determinación positiva, es idéntico en su movimiento perpetuo; el objeto negado surge constantemente, múltiple y diverso, como lo que no es yo, lo que no está hecho de mi realidad sustancial, como, según la Cábala, un vacío, una burbuja en la sustancia absoluta.
5
Es su sacrificio y su criatura, ya que es todo Vestido del cual se ha despojado.
Es su conocimiento, ya que lo ha proyectado, objetivado, frente a sí mismo, como único sujeto.
Es su amor, ya que es Todo lo que no es.
El Misterio es reversible: teme la locura.
Aquí tocamos las antiguas leyendas sobre la creación, o más bien sobre la emanación del Mundo. El fondo común de las antiguas cosmogonías, trasladado del orden del macrocosmos al microcosmos, se convierte en el esquema de una ascética individual prácticamente aplicable en cualquier momento.
Ahora bien, es en una aplicación práctica inmediata donde reside el signo distintivo de la verdad y el error metafísicos.
Una Metafísica podría renacer como Ciencia de los límites ascéticos.
6
No dejes de retroceder más allá de ti mismo.
Y desde allí contempla:
El puro NO, que se ensucia con nombres de dioses, hace hervir el mundo en un vestido de burbujas:
lo proyectó, lo evocó, provocó esta naturaleza,
lo vio, conoció esta naturaleza,
amó esta naturaleza.
Aquí la locura siempre guarda el secreto sobre la Inversión del Misterio.
La verdadera causalidad es la creación consciente, integral del efecto por la causa. Lo que es conciencia y causa a la vez es el acto negador por el cual se aprehende el sujeto y se proyecta el objeto.
La relación de causalidad entre el sujeto y el objeto descansa en el mismo acto que los separa. La relación de conocimiento entre ellos descansa en el hecho consumado de su separación.
En tercer lugar, entre sujeto y objeto hay una relación de amor, que descansa en la afirmación de su identidad principial a pesar de su separación.
Si quieres tomarte la molestia de meditar sobre esto, ten en cuenta este consejo; ten mucho cuidado cuando pasas del orden microcósmico al orden macrocósmico, o viceversa; es decir, del orden ascético al orden metafísico, o viceversa. Uno a menudo te parecerá el reflejo invertido del otro; porque con respecto al macrocosmos, el microcosmos es sujeto. Te repito que este punto es peligroso; pero después de todo, nadie te obliga a ocuparte de estas cuestiones.
CLAVICULES D’UN GRAND JEU POÉTIQUE
1
Il faut qu’un vienne et dise: Voici, ainsi sont ces choses.
Pourvu que ceci soit montré, qu’importe celui qui peut dire :
J’ai fait la lumière.
Et la lumière, aussi bien, n’est à personne.
S’il y a quelque chose de vrai dans ces Clavicules, je n’oserai pas plus le signer de mon nom que la proposition :
315.789.601 + 2.210.333 = 317.999.934
que je suis pourtant, très probablement, le premier à avoir formulée explicitement.
Quand le mot « je » intervient dans le poème ci-dessus, c’est comme énonçant un être métaphysique, ou plutôt un moment dialectique, et non pas ma personnalité.
2
NON est mon nom
NON NON le nom
NON NON le NON.
L’esprit individuel atteint l’absolu de soi-même par négations successives ; je suis ce qui pense, non ce qui est pensé ; le sujet pur ne se conçoit que comme limite d’une négation perpétuelle.
L’idée même de négation est pensée ; elle n’est pas « je ». Une négation qui se nie s’affirme elle-même du même coup ; négation n’est pas simple privation, mais ACTE positif.
Cette négation, c’est la « théologie négative » dans son application pratique à l’ascèse individuelle.
3
Recule encore derrière toi-même et ris :
Le NON est prononcé sur ton rire.
Le Rire est prononcé sur ton NON.
Renie ton Nom, ris de ton NON.
Je pourrais te répéter cela tout le jour pendant des années, il est très probable que, même et surtout si tu me dis comprendre, tu ne feras pas l’expérience. Profite donc tout de suite de l’occasion, à l’instant même où tu me lis – mais oui, c’est à toi qui me lis à cet instant précis que je m’adresse, à toi tout particulièrement, demande-toi sérieusement :
« Que suis-je ? », tu apprendras à rire ou à pleurer de tout ce que tu croyais être toi-même (ton aspect physique, ta cœnesthésie, ton humeur, ton caractère, ton métier, ta position sociale, tes penchants, tes affections, tes opinions, tes vertus, ton talent, ton génie…). L’ironie, je veux dire le refus, est l’arme qui brise toutes ces coques. Fais alterner le doute méthodique avec le sarcasme méthodique : ainsi tu éviteras peut-être la momification intellectuelle.
Si mon désespoir pouvait te toucher, je persisterais encore, jouant sur ce sentiment, dans cet effort désabusé pour t’engager à quelques secondes de réflexion véritable.
4
Et de là contemple :
Une Mer bouillonnante devant toi ;
le mot OUI brille innombrable, reflété par chaque bulle.
Mâle le NON, il regarde la femelle.
Le même acte négateur qui fait le sujet conscient fait l’objet perçu. S’éveiller, c’est se mettre à penser quelque chose extérieur à soi-même ; celui qui s’identifie à son corps, ou à quoi que ce soit, tombe dans le sommeil.
La négation est un acte simple, immédiat et procréateur, autant vaut dire mâle. Ce qui est nié, pris en général et a priori, peut être considéré comme le principe commun à toutes les productions de l’acte négateur, comme la matrice de toutes les apparences, donc comme femelle.
L’acte de nier, privé, par définition, de toute détermination positive, est identique à soi dans son mouvement perpétuel ; l’objet nié surgit sans cesse, multiple et divers, comme ce qui n’est pas moi, ce qui n’est pas fait de ma réalité substantielle, comme, selon la Kabbale, un vide, une bulle dans la substance absolue.
5
Elle est son sacrifice et sa créature, puisqu’elle est toute Robe dont il s’est dépouillé.
Elle est sa connaissance, puisqu’il l’a, devant lui seul sujet, projetée, objetée, seul objet.
Elle est son amour, puisqu’elle est Tout ce qu’il n’est pas.
Le Mystère est réversible : crains la folie.
Ici nous touchons aux vieilles légendes sur la création, ou plutôt sur l’émanation du Monde. Le fond commun des antiques cosmogonies, transposé de l’ordre du macrocosme dans celui du microcosme, devient le schéma d’une ascèse individuelle pratiquement applicable à tout moment.
Or, c’est dans une application pratique immédiate que réside le signe discriminant de la vérité et de l’erreur métaphysique.
Une Métaphysique pourrait renaître comme Science des limites ascétiques.
6
Ne cesse pas de reculer derrière toi-même.
Et de là contemple :
Le pur NON que l’on salit de noms de dieux vit bouillonner le monde en robe de bulles :
il projeta, il évoqua, il provoqua cette nature,
il vit, il connut cette nature,
il aima cette nature.
Ici la folie garde toujours le secret sur le Renversement du Mystère.
La véritable causalité est la création consciente, intégrale de l’effet par la cause. Ce qui est conscience et cause à la fois, c’est l’acte négateur par lequel s’appréhende le sujet et se projette l’objet.
Le rapport de causalité entre le sujet et l’objet repose sur l’acte même qui les sépare. Le rapport de connaissance entre eux repose sur le fait accompli de leur séparation.
Il y a en troisième lieu entre sujet et objet un rapport d’amour, qui repose sur l’affirmation de leur identité principielle malgré leur séparation.
Si tu veux te donner la peine de méditer là-dessus, prends note de ce conseil ; fais très attention lorsque tu passes de l’ordre microcosmique à l’ordre macrocosmique, ou inversement ; autrement dit, de l’ordre ascétique à l’ordre métaphysique, ou inversement. L’un t’apparaîtra souvent comme le reflet renversé de l’autre ; car à l’égard du macrocosme, le microcosme est sujet. Je te répète que ce point est dangereux ; mais après tout, personne ne t’oblige à t’occuper de ces questions.
[…]
Extraído de RENÉ DAUMAL. L’ÉVIDENCE ABSURDE. Éditions Gallimard, 2016.