Sulpicia, una de las pocas poetisas de la antigua Roma cuya obra ha sobrevivido hasta nuestros días, se cree que nació en el siglo I a.C. y falleció en fecha desconocida. Se le atribuyen seis breves poemas elegíacos, que constituyen el único testimonio que nos ha llegado de su escritura. Estos poemas, conservados en el Corpus Tibullianum, fueron inicialmente atribuidos a Tibulo. Se cree que Sulpicia era nieta de Servius Sulpicius Rufus, amigo de Cicerón, lo que sugiere que provenía de una familia acomodada con conexiones con el emperador Augusto.
La identidad del destinatario de sus poemas, Cerinto, ha sido objeto de debate, pero se piensa que era un pseudónimo, al igual que Lesbia para Catulo o Cynthia para Propercio. Algunos críticos han cuestionado la autoría femenina de los poemas, aunque otros defienden su autenticidad.
Los poemas de Sulpicia reflejan temas típicos de la poesía amorosa romana, con episodios de enamoramiento, separación temporal, infidelidad y enfermedad. La estructura de la serie muestra un cuidado equilibrio, con un poema final que hace eco del primero.
Aunque tradicionalmente se consideraba a Sulpicia como una autora amateur, algunos críticos han destacado el mérito literario de su obra. Sin embargo, su vida personal está envuelta en el misterio, y no se conocen detalles sobre su muerte ni las circunstancias en las que ocurrió.
2
El odiado día de mi nacimiento está aquí
El odiado día de mi nacimiento está aquí, que debe ser pasado
con tristeza en el molesto campo y sin Cerinthe.
¿Qué hay más dulce que la ciudad? ¿O es la villa más apropiada para la niña
y el frío río Arretino en el campo?
Ya es suficiente, Messalla, que busques con tanto afán,
¡descansa, no tan cercano y cruelmente, de mis viajes inoportunos!
Aquí dejo mi mente y mis sentidos, abandonados,
aunque no me permitas tener control.
II
Invisus natalis adest
Invisus natalis adest, qui rure molesto
et sine Cerintho tristis agendus erit.
Dulcius urbe quid est? an villa sit apta puellae
atque Arretino frigidus amnis agro?
Iam nimium Messalla mei studiose, quiescas,
non tempestivae, saeve propinque, viae!
Hic animum sensusque meos abducta relinquo,
arbitrio quamvis non sinis esse meo.
Extraído de Sulpicia: Text, translation, and commentary. Anne Mahoney. 2000.