Joséphin Péladan — La doctrina de Dante

La oscuridad de los textos toma dos formas: o aparecieron oscuros, en su tiempo, en su lugar, por voluntad o por culpa del autor; o se hicieron oscuros, por la abolición del medio y la sucesión de los días.

La doctrina de Dante

Joséphin Péladan

La oscuridad de los textos toma dos formas: o aparecieron oscuros, en su tiempo, en su lugar, por voluntad o por culpa del autor; o se hicieron oscuros, por la abolición del medio y la sucesión de los días.

No es seguro que los contemporáneos de San Juan entendieran el Apocalipsis más que nosotros: los velos acumulados sobre el pensamiento fueron puestos deliberadamente. Los términos se concretan en imágenes tan claras que el lápiz podría sustituir por completo la escritura del vidente.

Por el contrario, el Sueño de Polífilo no se revela en la descripción, porque los amores de Polia representan algo más que amores; cada escena debe reducirse a una fórmula metafísica escondida bajo un verdadero acertijo.

Entre las admirables obras que la humanidad ha elevado sobre las demás como síntesis de una época, ninguna iguala en belleza literaria a la de Dante Alighieri. El Homero de la era cristiana, es el más grande de todos los poetas. Descubrir su doctrina, liberarla del símbolo obsoleto, parece una empresa temeraria. Podemos por lo menos conducirlo con piedad y coordinar las aclaraciones que él mismo dio y que servirán de base para la investigación.

I

VITA NUOVA

La Vita Nuova se nos presenta, por su fecha, como la primera palabra de un gran enigma.A los nueve años, Alighieri vio por primera vez a una pequeña que también tenía «nueve» años. Desde entonces el amor se apoderó de su alma.Nueve días después de los nueve años, desde la aparición de esta criatura tan noble y señora maravillosa, ella se mostró al poeta… La hora en que lo perdonó con su dulce saludo fue precisamente la novena del día.Dante se encargó de comentarlo él mismo: «Porque el número nueve se ha presentado muchas veces en lo que he dicho, y puede ser que no fue sin razón; puesto que, además, este número juega un gran papel, sobre todo en su muerte, lo que me impulsa a decir algo. Diré primero cómo intervino el número nueve en caso de su muerte, luego señalaré algunas razones por las cuales este número fue tan favorable para esta Señora. Diré, pues, que el alma hermosa de esta Señora se separó de su cuerpo a la primera hora del noveno día del mes y, según la usanza de Syrie, en el noveno mes del año, que equivale para nosotros al mes de octubre. Y según nuestro uso, dejó esta vida en aquel año del Señor en que el número perfecto (10) había transcurrido «nueve» veces en este siglo.Si se quisiera saber por qué este número nueve simpatizaba tanto con ella, podría dar una razón probable: porque hay nueve cielos y de esos nueve cielos se transmiten aquí abajo las diversas combinaciones armónicas a las que están sujetos allá arriba. Este número era amigo de Beatriz; en cuanto ella fue engendrada, los nueve móviles se armonizaron perfectamente entre sí. Esta es una de esas razones. Pero profundizando más en el asunto, según la infalible verdad, ese número era la propia Beatriz.Así es como lo entiendo: el número tres es la raíz del nueve, que, sin la ayuda de otro número y multiplicado por sí mismo, da nueve. Luego, si el tres por sí solo es factor del nueve y si el factor de los prodigios es por sí mismo tres: Padre, Hijo y Espíritu Santo, es porque son nueve, lo que da a entender que ella era un nueve. Es decir, fue una maravilla cuya raíz era la Trinidad adorable. Tal vez se podría, por razones aún más sutiles, establecer esta verdad…».No hace falta recurrir a la Cábala, ya que el propio gibelino definió el símbolo numérico con extrema claridad.Beatriz era la encarnación de un número; pero suponiendo que se trata de amor en la Vita Nuova, el número de mujer es el 2, y el 6 es el de la sexualidad. La novena carta del Tarot se llama el Ermitaño, y representa a un anciano cubierto con el sayal franciscano, que camina con cautela, sosteniendo en una mano un farol y en la otra un bastón de peregrino. Figura exacta del pobre voluntario que sigue un ideal que otros no pueden ver.Los comentaristas han tratado de descubrir en estas expresiones una mezcla de misticismo y cabalismo, y una manifestación puramente literaria del mal gusto de su época. Lo que los llevó a este error es que los sonetos de la Vita Nuova no aparecen aislados, están intercalados en una serie anterior de Dante y que luego se desarrolló hasta el siglo XVI.El epíteto Vida nueva, es decir, «nueva», aplicado al noveno año, no tiene sentido. ¿Cuál sería entonces la vida vieja, la vita vecchia? ¿La de los pañales y el abecedario? Qué niño u hombre al ver a una niña gritaría lo siguiente: Ecce Deus fortior me, qui veniens dominabitur mibi. Al encontrarla en el corazón de Florencia, en el 1256, le parece que esta niña hubiese nacido «no de un mortal sino de un Dios».Si aceptamos estas expresiones como nacidas del delirio apasionado, el poeta nos contradirá: «la noble virtud de la que estaba dotada nunca permitió que el amor me guiara sin el fiel consejo de la razón».Los comentaristas han encontrado más fácil asimilar los sonetos de Alighieri al soneto de Orontes, y ven en ellos un manierismo especial, una preciosidad, una jerga amorosa, en lugar de aceptar el problema de una inspiración tan singular como esta. En el análisis no encontramos ni conceptos ni gongorismo, sino, por el contrario, una solemnidad de expresión tal que los versos de Jeremías y el salmista se insertan con naturalidad en esta obra supuestamente galante.El inmenso repertorio de rimas de amor ofrece una comparación que se convierte en la excepcionalidad de la Vita Nuova. Ve perfectamente TODA SALVACIÓN quien ve a mi señora entre las otras señoras: y los que van con ella, deben, por esta hermosa gracia, agradecer a Dios. Porque su hermosura es de tal virtud que no da envidia a los demás, los hace caminar a su lado, los vistede bondad, amor y fe. Su mirada todo lo humilla, y no solo se agrada a sí misma, sino que todos, por ella, reciben prestigio.

[…]


La doctrine de Dante

L’obscurité des textes affecte deux formes: ou ils parurent obscurs, en leur temps, en leur lieu, par la volonté ou la faute de l’auteur; ou ils le sont devenus, par l’abolition du milieu et la succession des jours.

Il n’est pas sûr que les contemporains de saint Jean aient mieux compris l’Apocalypse que nous: les voiles accumulés sur la pensée l’ont été à dessein; les termes se concrétisent en images si nettes que le crayon pourrait entièrement se substituer à l’écriture du voyant.

Au contraire, le Songe de Poliphile ne se révèle pas à la description, parce que les amours de Polia représentent autre chose que des amours; il faut réduire chaque scène à une formule métaphysique cachée sous un véritable rébus.

Parmi les œuvres admirables que l’humanité a élevées au-dessus des autres comme synthétiques d’une période, aucune n’égale en beauté littéraire celle de Dante Alighieri. Homère de l’ère chrétienne, c’est le plus grand de tous les poètes. Découvrir sa doctrine, la dégager du symbole vieilli, semble une entreprise téméraire. On peut du moins la conduite avec piété et coordonner les éclaircissements qu’il a donnés lui-même et qui serviront de base à la recherche.

I

VITA NUOVA

La Vita Nuova se présente à nous, par sa date, comme le premier mot d’une immense énigme.

A neuf ans, Alighieri vit pour la première fois une fillette également âgée de «neuf» ans. Dès lors l’amour s’empara de son âme.

Neuf jours après les neuf ans, depuis l’apparition de cette très noble créature et merveilleuse dame, elle se montra au poète… L’heure à laquelle elle lui fit grâce de son doux salut était précisément la neuvième heure du jour.

Le Dante a pris soin de se commenter lui-même: «Parce que le nombre neuf s’est offert souvent dans ce que j’ai dit, et que l’on peut, croire que cela n’a pas été sans raison ; qu’en outre ce nombre remplit un grand rôle, surtout à sa mort, il me faut en dire quelque chose. Je dirai d’abord comment le nombre neuf intervint dans l’événement de sa mort; puis je signalerai quelques raisons pour lesquelles ce nombre fut tellement favorable à cette Dame. Je dirai donc que la belle âme de cette Dame s’est séparée de son corps pendant la première heure du neuvième jour du mois, et selon l’usage de Syrie pendant le neuvième mois de l’année qui équivaut chez nous au mois d’octobre, et, selon notre usage, elle quitta cette vie dans cette année du Seigneur en laquelle le nombre parfait (10) s’était écoulé «neuf» fois dans ce siècle.

Si l’on désirait savoir pourquoi ce nombre neuf sympathisait autant avec elle, je pourrais en donner une raison probable, car il y a neuf cieux et ces neuf cieux se transmettent ici-bas les diverses combinaisons harmoniques auxquelles ils sont soumis là-haut. Ce nombre fut ami de Béatrix; quand elle fut engendrée, les neuf mobiles s’harmonisaient parfaitement ensemble. Voilà déjà une de ces raisons. Mais, en pénétrant plus au fond de la chose, selon l’infaillible vérité, ce nombre fut Béatrix elle-même.

Voici comment j’entends la chose: le nombre trois est la racine de celui de neuf, qui, sans l’aide d’un autre nombre et multiplié par lui-même, fait neuf. Donc si le trois par lui-même est facteur du neuf, et si le facteur des merveilles est par lui-même trois, Père, Fils, Saint-Esprit, c’est qu’ils sont neuf pour donner à entendre qu’elle était un neuf, c’est-à-dire une merveille dont la racine est seulement l’adorable Trinité. Peut-être pourrait-on, par des raisons plus subtiles encore établir cette vérité…»

Il n’est pas besoin de recourir à la Kabbale, puisque le gibelin a défini lui-même le symbole numérique avec une extrême clarté.

Béatrice fut l’incarnation d’un nombre; mais à supposer qu’il s’agit d’amour dans la Vita Nuova, le nombre de la femme est 2, et 6 celui de la sexualité. La neuvième carte du Tarot s’appelle l’Ermite, et représente un vieillard couvert de la bure franciscaine, qui se dirige prudemment, tenant d’une main une lanterne, et de l’autre un bâton de pèlerin, exacte figure du pauvre volontaire qui suit un idéal que les autres ne voient pas.

Les commentateurs ont essayé de découvrir dans ces expressions un mélange de mysticisme et de kabbalisme, et une manifestation purement littéraire du mauvais goût d’alors. Ce qui les a conduits à cette erreur c’est que les sonnets de la Vita Nuova n’apparaissent pas isolés, ils s’intercalent dans une série antérieure au Dante et qui se développa ensuite jusqu’au XVI siècle.

L’épithète de Vie neuve ou nouvelle appliquée à la neuvième année, n’a aucun sens. Que serait donc la vie vieille, vita vecchia? Celle des langes et de l’abécédaire? Quel enfant ou quel homme à la vue d’une petite fille s’écriera: Ecce Deus fortior me, qui veniens dominabitur mibi, et trouve en pleine Florence de 1256, que la petite fille paraît née «non d’un mortel mais d’un Dieu».

Si nous acceptons ces expressions comme nées du délire passionnel, le poète nous démentira: «la noble vertu dont elle était douée, ne permit jamais que l’amour me guidât sans le fidèle conseil de la raison.»

Les commentateurs ont jugé plus simple d’assimiler les sonnets d’Alighieri au sonnet d’Oronte, et d’y voir un maniérisme spécial, une préciosité, un jargon amoureux, que d’accepter le problème d’une si singulière inspiration. A l’analyse, on ne trouve ni concetti, ni gongorisme, mais au contraire une solennité d’expression telle que les versets de Jérémie et du Psalmiste s’intercalent naturellement dans cette œuvre prétendûment galante.

L’immense répertoire des rimes amoureusss fournit une comparaison qui tourne à l’exceptionnalité de la Vita Nuova.

Il voit parfaitement TOUT SALUT qui voit ma dame parmi les autres dames: et celles qui vont avec elle, doivent, de cette belle grâce, remercier Dieu. Car sa beauté est de telle vertu que nulle envie elle ne donne aux autres, elle les fait marcher à côté d’elle, elle les revêtde gentillesse, d’amour et de foi. Sa vue rend tout humble, et non seulement elle plaît de soi mais chacune, par elle, reçoit du prestige.[…]


Extraído de Péladan, Joséphin. La doctrine de Dante. Éditeur: E. Sansot, Paris, 1908. pp. 6-7. Collection XIX est une marque déposée de BnF-Partenariats, filiale de la Bibliothèque nationale de France.

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