Flavio Biondo

Flavio Biondo — A Alfonso de Aragón, Rey de Nápoles

Todos aquellos que se dedican a los estudios de humanidades y artes liberales saben que ya han pasado mil doscientos años desde que los latinos tuvieron poetas y oradores extremadamente raros, y absolutamente ningún escritor de historias en latín.

Flavio Biondo (1392-1463) fue un humanista italiano del Renacimiento. Nacido en Forlì, Italia, Biondo dedicó su vida al estudio y la recuperación de la antigua Roma. Es conocido por sus obras históricas y su contribución a la disciplina de la arqueología.

Escribió obras como «Roma Instaurata» y «Italia Illustrata», donde recopiló y analizó información detallada sobre la antigüedad romana y la geografía de Italia. Sus escritos fueron fundamentales para la comprensión y preservación del legado romano.

Falleció en 1463 en condiciones modestas, sin haber experimentado el reconocimiento y la fama que sus obras alcanzarían en siglos posteriores.

 

A Alfonso de Aragón, Rey de Nápoles

He llevado a cabo, ilustrísimo príncipe, muchos y largos trabajos en la escritura de historias, y no me avergüenzo de confesar sinceramente que no busco ni deseo nada con más ardor que ver mis escritos deleitar a todos, y que mientras viva pueda disfrutar de ellos. Si llego a comprender que mi nombre es conocido entre mis contemporáneos, no habrá motivo para esperar que sea desconocido para las generaciones futuras. No ignoro que la fama de la obra a la que me dedico debe surgir de la grandeza del discurso y los elogios al ingenio; sin embargo, las ayudas solicitadas desde el exterior serán beneficiosas, y lo que no hemos podido otorgarnos a nosotros mismos, lo obtendremos del resplandor de tu propia celebridad. Pues incluso una historia de tales movimientos, que ha sido completamente olvidada, si se ve favorecida por tu apoyo y si se requiere también la elegancia del discurso, no perecerá.

Leerás, Alfonso, sobre la legislación de los reyes en el primer siglo, esta pequeña parte de una obra inmensa, cuyo motivo y propósito para emprenderla considero necesario explicar. Todos aquellos que se dedican a los estudios de humanidades y artes liberales saben que ya han pasado mil doscientos años desde que los latinos tuvieron poetas y oradores extremadamente raros, y absolutamente ningún escritor de historias en latín. Por esta razón, después de que Paulo Orosio, nacido en tu España, haya complementado esa breve narración de los desastres del mundo con Aurelio Agustín, hemos tenido dudas sobre lo que ocurrió en las provincias del antiguo imperio romano. Aunque después de Orosio nadie haya escrito historia, la magnitud de los eventos que tuvieron lugar en los tiempos que nos separan tanto a ti como a mí, y la multitud tan variada, fue tal que, aunque faltaba un orden y una secuencia, así como una narración precisa de estos eventos, teníamos indicaciones, argumentos y una ligera comprensión de los mismos hechos. Nuestros antepasados llevaron a cabo algunos trabajos en su tiempo, y nuestra era ha producido muchos que saben escribir poemas, discursos y cartas, que son capaces de traducir muchas obras del griego al latín, y que pueden discutir sobre varios temas filosóficos con una elocuencia elegante. Pero no se puede explicar por qué todos han evitado el único deber de la historia, y nadie lo ha tocado siquiera de manera mediocre. Sin embargo, no es apropiado que lo expliquemos nosotros, aunque no dudamos en afirmar que hemos dedicado tanto esfuerzo a este trabajo, que hemos superado la dedicación de cualquier artesano codicioso o necesitado.

 

Ad Alfonso D’Aragona Re di Napoli

Cum multos diutinosque scribendis Historiis subierim labores, princeps illustrissime, non erubesco ingenue fateri nihil me aut diligentius quaerere aut ardentius optare, quam ut ipsa omnes scripta delectent, vivensque ego vel ea ratione meis perfruar laboribus, quod, si nomen meum alicuius inter coaevos celebritatis esse intellexero, nequaquam posteritati incognitum fore licebit sperare. Nec ignoro eam, cui inservio, gloriam ab orationis dignitate ingeniique laudibus proficisci oportuisse; sed petita extrinsecus proderunt adiumenta et, quod nobis ipsis dare nequiverimus, a tuae celebritatis fulgore nanciscemur; neque enim tam alte repetita, quae omnino perierat, tantorum motuum historia, tuo adiuta favore, si etiam orationis elegantia desiderabitur, perire poterit. Leges, Alphonse, regum saeculi primarie, bos octo libros parvam ingentis cuiuspiam operis partem, cuius operis intentandi quae ratio et causa fuerit, explicandum censui.

Norunt omnes, qui humanitatis bonarumque artium studiis operam dant, mille iam et ducentos exactos esse annos, ex quo poetas oratoresque rarissimos, historiarum vero scriptores omnino nullos Latini habuerunt. Hinc factum est, ut postquam Paulus Orosius, in Hispania tua genitus, brevem illam calamitatum orbis terrarum narrationem Aurelio Augustino cumulavit, incerta habuerimus illa, quae in Romani quondam imperii provinciis sunt gesta. Licet vero post ipsum Orosium nullus historiam scripserit, tanta tamen rerum temporibus quae suam et nostram intercesserunt aetatem gestarum magnitudo, tanta tamque varia multitudo fuit, ut, quarum ordo seriesque et certa narratio deerat, ipsarum rerum indices argumenta coniecturas et tenuem quamdam notitiam haberemus. Tulerunt autem proavorum nostrorum tempora aliquos, habetque nostra aetas multos, qui poemata orationes epistulas scribere, multa e Graeco in latinitatem traducere, aliqua ex mediis philosophiae penetralibus disserere eleganti prorsus oratione norint; sed hoc unicum historiae munus quamobrem omnes declinaverint nullusque vel mediocriter attigerit, nequaquam expedit dici a nobis, qui tamen non verebimur dicere tantam huic labori nostro adhibitam esse hactenus operam, ut omnem avari inopisve uniuscuiusque opificis industria superaverimus.

 

Extraído de Flavio Biondo. Scritti inediti e rari. Tipografia Poliglotta Vaticana. 1927.

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